Extractos y profecías iluminadoras para el mundo tomados del mensaje de Jesús y María a través de la vidente Verónica de la Cruz |
Verónica de la Cruz Indice I El cielo habla hoy | Inicio |
Verónica Alma Víctima Una Campeona “Tú serás llamada “Verónica de la Cruz”. Santa Teresa, Febrero 27 de 1970
Aprobada “Nosotros os aceptamos hija Mía como alma víctima junto con otras almas víctimas para salvar a vuestro Vicario y a la Iglesia de mi Hijo en la tierra”. Nuestra Señora, Agosto 21 de 1985
Santamente Yo siento verdaderamente en mi corazón que mi enfermedad no es una carga sino un privilegio especial para poder sufrir por Jesús y Nuestra Señora, puesto que hay necesidad de muchas almas víctimas. Yo siento ahora que es un privilegio ser capaz de continuar sufriendo por los sacerdotes y la Iglesia. Verónica, Mayo 5 de 1980
Aniquilada
“Verónica
hija Mía, yo sé que sentisteis que nosotros estábamos pidiendo de tí lo
imposible, para que vinierais a los terrenos sagrados esta noche,
habiendo estado vuestra vida postrada en cama y en torturante
sufrimiento…. Haréis esto por Mi Hijo y por Mí, no es cierto, hija Mía?” Nuestra Señora, Septiembre 27 de 1986
Sendero de espinas “La cruz está siempre debajo de las rosas y vuestra senda estará siempre llena de espinas”. Nuestra Señora, Octubre 6 de 1976
Largo sufrimiento “Hija Mía, seréis afligida con un gran sufrimiento físico por el resto de vuestro tiempo en la tierra. Aceptadlo hija Mía”. Jesús, Julio 25 de 1978
Alma compañera del Papa “Continúa ahora, hija Mia, como habéis estado, aceptando por vuestro Vicario toda clase de enfermedades, padecimientos del corazón, penitencia y expiación”. Nuestra Señora, Mayo 30 de 1981
Víctima por el Clero “Aceptad vuestro sufrimiento y ofrecedlo por los sacerdotes”. Jesús, Marzo 18 de 1989
Sedimentos amargos “Os habéis unido a los enfermos, hija Mía. La penitencia es humanamente dolorosa, pero después de toda penitencia hay una gran alegría. Aceptad todo el sufrimiento como partícipe de los sedimentos finales del cáliz de sufrimiento …. Vuestra recompensa no la habrá en la tierra sino en el Paraíso, el epitome de la Gloria, con los ángeles. Esta es la única recompensa por la que uno debiera esforzarse puesto que todo lo demás es vanidad y pasajero”. Nuestra Señora, Noviembre 21 de 1981
Una mártir “Vos, hija Mía y otros que darán el ejemplo por aquellos que serán salvados, debéis aceptar una vida de martirio”. Nuestra Señora, Septiembre 13 de 1974
Fortaleza “Fuisteis escogida por vuestra fortaleza en el sufrimiento”. Nuestra Señora, Marzo 18 de 1973
Cruz pesada “Hija Mía, Verónica, la Misión del Cielo carga una cruz pesada. Cuando os escogimos para esta Misión, lo hicimos sabiendo que nosotros teníamos vuestro amor y confianza”. Nuestra Señora, Julio 15 de 1973
Con verdadera entereza “No cedas ante vuestros perseguidores, hija Mía. Os hemos escogido por vuestra perseverancia, vuestra paciencia y vuestra fe”. Nuestra Señora, Abril 10 de 1976
Humillada “Hay muchos que os querrán desterrar, hija Mía. Hay muchos que os condenarán. Aceptad esto en espíritu de mortificación y salvaréis muchas almas”. Nuestra Señora, Julio 15 de 1974
Ingratitud “Hija Mía, en vuestro peregrinaje por la tierra recibiréis muy poco reconocimiento”. Nuestra Señora, Noviembre 20 de 1976
El centro del blanco “Ahora seréis un objeto prominente para el ataque de satanás”. Nuestra Señora, Junio 18 de 1972
Difamada “Todas las fuerzas del mal buscarán desacreditaros a los ojos del hombre, pero grande será vuestra Gloria”. Nuestra Señora, Diciembre 24 de 1976
Sufrimiento total
La Pasión
Extenuada Jesús, Junio 18 de 1980
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Qué es un alma víctima Es un alma escogida que se sacrifica libremente, sacrifica su salud, sus bienes materiales, la felicidad, etc.,como una ofrenda a la Divina Justicia por los pecados del mundo, por los pecadores o en favor de la Iglesia. O como ha dicho con frecuencia Nuestra Señora, esas almas generosas que siguiendo el ejemplo de Cristo Crucificado son necesarias para “equilibrar la balanza”. En verdad es por lo más pecaminoso y perverso que haya habido. (Nuestra Señora Abril 6, 1974). Todo este concepto de victima no es nada nuevo, sino que ha estado en la práctica desde tiempos antiguos. Los sacerdotes judíos le hacían ofrendas a Dios que se consumían para expiar por el pecado (Lev. 16-27). Sin embargo esto era solo una prefiguración de la última víctima, Jesucristo, que por consiguiente es el Rey de las almas victimas, la ofrenda perfecta y sin mancha que redimió y restauró a la humanidad caída a su estado original de justicia en que fue creada. A pesar de todo, en el designio misterioso del Padre Eterno, se debe hacer todavía una cierta reparación por el pecado, de modo que nuestros sufrimientos y pruebas puedan “satisfacer por aquellas cosas que tienen necesidad de los sufrimientos de Cristo” (Cor. 1,24).
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