La correcta recepción de la Sagrada Eucaristía
Uno de los actos más grandes del amor de nuestro Señor que pudo habernos dejado es este augusto Sacramento de la Sagrada Eucaristía. Durante la Misa, en el momento en que el sacerdote pronuncia las palabras de la consagración: “Este es Mi Cuerpo” y “Esta es Mi Sangre”, tiene lugar una conversión que sobrepasa todas las leyes de la naturaleza. Toda la sustancia del pan se cambia en toda la sustancia del Cuerpo de Cristo y toda la sustancia del vino se cambia en su Sangre, mientras que los accidentes o especies (por ejemplo, tamaño, forma, color, sabor, olor) permanecen invariables. Esta doble consagración es conocida como transubstanciación y constituye un dogma de la Fe Católica, esto es, una verdad revelada por Dios y por consiguiente debe ser creída. La Iglesia obliga a los fieles a recibir la Eucaristía al menos una vez al año. Sin embargo, los fieles sensatos y vigilantes son los que reciben este Pan de los ángeles regularmente, o diariamente, en especial en estos días de oscuridad cuando literalmente todo el infierno está suelto sobre la tierra buscando a quién devorar (1. Pedro 5.8) Asi como el cuerpo humano, también el alma necesita del alimento diario o si nó él pierde el valor y se vuelve presa fácil del maligno. No hay mejor sistema de defensa o arma Divina que este Maná Celestial, especialmente contra las tentaciones de la carne. “La Sagrada Comunión es el remedio por el que somos liberados de las faltas diarias y preservados de los pecados mortales”. (Concilio de Trento). Naturalmente uno debe estar libre de pecado grave para recibir a Jesús y entre mejor esté uno dispuesto, más enriquecedora y bendecida es esta unión con Jesús. La forma en que uno reciba la Sagrada Comunión es vital para la integridad de este Santo Sacramento, y así Nuestra Señora y Nuestro Señor han hecho énfasis y han dado las siguientes tres directrices para la correcta recepción de la Sagrada Comunión: De las manos consagradas de un sacerdote (nó diáconos o ministros extraordinarios). En la lengua (no comunión en la mano o comunión del cáliz). De rodillas (excusable solo por enfermedad).
Nada menos que la disciplina tradicional - observada por siglos hasta finales de los años 1960 - es la que es aceptada por el Cielo. Conduzcámonos siempre de una forma tal, que refleje nuestra ardiente devoción y fe en la Presencia Real de Jesucristo, para que así los demás vean en nosotros un recuerdo de esta sublime verdad y un digno ejemplo para imitar.
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